Una buena entrevista tiene que seguir un meticuloso proceso de fabricación. Para que el objetivo final se cumpla y podamos tener un producto interesante para los lectores hay que hacer una investigación inicial acerca del personaje al que posteriormente entrevistaremos, de modo que nos documentaremos sobre su biografía, su trayectoria o su cargo y revisaremos con detenimiento entrevistas posteriores para buscar ese filón a explotar. Desde el respeto, se buscarán contradicciones en sus palabras anteriores, buscaremos nuevas curiosidades y evitaremos caer en preguntas que otros ya le hayan realizado.
A la cita se debe acudir con un amplio cuestionario previo que debemos haber realizado mucho tiempo antes de la entrevista. La puntualidad y la empatía ayudarán a crear un clima agradable que hará que el entrevistado se relaje y se exprese con naturalidad. En una entrevista el periodista debe quedar al margen, nunca debe ser el foco de atención, ya que la estrella es el personaje.
Una buena preparación evitará preguntas inútiles, repetir las mismas preguntas que otros le hayan hecho, preguntas aburridas, respuestas incompletas o, directamente, el caos, que se puede manifestar con un mal clima o con la completa antipatía del entrevistado.
Las preguntas pueden ser abiertas y que den rienda suelta al entrevistado o cerradas, a las que podría contestar con un simple sí o no o con un simple dato. El orden de las preguntas puede ser temático o estratégico, puesto que según esquematices la entrevista el personaje puede llevarse a tu terreno para sacarle el máximo jugo.
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